¿Te pagan por pensar o por hacer?


Hasta hace un poco tiempo, yo sostenía que me pagaban un buen sueldo por pensar. Mi mente era lo que realmente “rentaba” la gente que me contrataba. Mi experiencia, mi sabiduría, mi habilidad de ver los verdaderos problemas es lo que valía en mí, y era el beneficio que contratarme a mí bridaba.

Estaba equivocado.

A mí, y a todos los demás que trabajamos a cambio de dinero, nos pagan por hacer una cosa: Entregar el trabajo.

Hasta a un filósofo que se dedica a pensar acerca de pensar le pagan por entregar. Terminar el libro, articular su reflexión en un artículo de revista, enseñar la clase, etc. Hasta alguien que tradicionalmente pensamos que “no hace nada” (Palabras de gente que he escuchado, no mías), le pagan por entregar su trabajo.

Todas esas cosas que mencioné antes: Mi experiencia, mi sabiduría, mi habilidad de ver los verdaderos problemas; todo eso sirve, pero son herramientas que tengo para entregar. Si no entrego el trabajo a tiempo y bien hecho, no valen nada las herramientas que tengo a mi disposición. Lo único que vale es el trabajo entregado, bien hecho, a tiempo.

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