Archivo octubre, 2010

¿Tienes posesiones o las posesiones te tienen a ti?

Es natural pensar por defecto que perseguir el éxito significa perseguir posesiones, rodearse de cierto tipo de gente, y llegar a tener influencia.  No nos damos cuenta, que la mayoría de la gente cae en una trampa: Esa imagen del éxito en realidad es una cárcel.

Te las ingenias para ganar más dinero, y de repente tienes una bonita casa, un Mercedes-Benz, amigos, y con el dinero parece que se te quita lo chaparro, feo, y prieto.

Sin embargo no eres feliz.

Esas posesiones, esas amistades de conveniencia, tienen un costo.  Las posesiones te atan; la imagen que has creado ante el mundo te previene de ser quien realmente eres. Tampoco puedes hacer lo que quieras, pues hay obligaciones.

Una pregunta simple: ¿Podrías hoy mismo tomar unas vacaciones de un mes sin previo aviso? ¿Puedes hacer tus pagos y mantener tus obligaciones (incluyendo tu trabajo) si decides regalarte un tiempo a ti mismo?

Si tu respuesta es “sí,” felicidades.

Si tu respuesta es “no,” entonces ¿cuánto tiempo te puedes regalar a ti mismo? ¿Una hora? ¿Una tarde? ¿Un día?

Lo que quiero es ponerte a pensar: ¿Son tuyas tus posesiones, o más bien le perteneces tú a tus posesiones? Viéndolo de esa manera, entre menos cosas tenga uno, entre menos necesite uno para vivir, más feliz es uno, más libre, y menos obligado a vivir de cierta manera.

¿A caso no es esa una muy buena definición del éxito?

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