Archivo categoría desarrollo profesional

Tienes 10 años de experiencia o tienes 1 año repetido 9 veces?

Hay una gran diferencia entre los dos. Uno cuenta y el otro no. La persona que tiene 10 años de experiencia vale, y la que se resiste a aprender no vale mucho.

Cuando uno cesa de aprender es cuando se comienzan a repetir los años.

¿Cómo asegurarte de siempre aprender? Es completamente simple: Ponte la meta de no repetir errores.

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Hábito saludable: Haz lo que prometes

Y no prometas lo que no puedes hacer.

Dá a día tenemos tremenda presion para entregar las cosas bien hechas. De vez en cuando llegan oportunidades que nos duele dejarlas pasar si no estamos listos para ellas.

Resiste la tentacion de aceptar trabajos o proyectos que en el fondo sabemos que no podemos entregar tal y como prometimos.

Agrega a tu vocubalrio “no puedo” y vas a ver como ese simple momento de honestidad te va a dar muchos frutos, mucho mas que aceptar entregar algo y luego quedar mal.

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¿Qué esperas? ¿A que alguien te de permiso?

¿Cuál es tu excusa de hoy para no comenzar?

Aquí hay algunas excusas excelentes para no tomar el timón de tu vida y cambiarla de inmediato: No tengo título, no tengo dinero, no tengo conexiones, estoy ocupadísimo, no gano lo suficiente, no hablo inglés, no tengo automóvil, vivo en un país deficiente, mi trabajo ya es difícil sin perseguir mas metas aún, me duele la espalda, perdió Holanda, es mucho riesgo, está lloviendo, mi esposa está dormida, …

La diferencia entre alguien que hace algo de la nada y alguien que no hace nada es que el ganador ignora la voz dentro de su cerebro que le da excusa tras excusa para no tomar acción.

Todos tenemos una persona extremadamente productiva dentro de nosotros.  Simplemente esta durmiente, esperando a que dejemos de creerle a las excusas.

El perseguir el éxito es como tener hijos.  Nunca hay un tiempo perfecto.  Simplemente ocurre cuando tú decides.

PostData: Este artículo de blog lo escribí en un momento muy inoportuno: Estoy a punto de dar un informe de progreso de un proyecto. Si hay una excusa perfecto para no hacer nada es esta.

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Hacer las cosas bien es un hábito

En este blog he mencionado varias veces que la calidad del trabajo entregado siempre debe de ser alta.  Lo más alta posible, de hecho.

El tema de la calidad es un tema que apenas he tocado en profundidad, y es hora de comenzar a tocarlo más a fondo, ya que es sumamente importante por dos razones: 1) La alta calidad en el trabajo entregado es absolutamente vital para la superación profesional (es decir, bajo ninguna condición es aceptable entregar trabajo de baja calidad); y 2) En mi experiencia, los Latinos, dentro de nuestras culturas, no valoramos tanto la calidad como otras culturas lo hacen.

En este artículo me enfoco en un aspecto clave de hacer entregas de alta calidad una y otra vez sin que haya excepciones. En un profesional competente, simplemente todo lo que entrega como “terminado” es de alta calidad. Si José Ramos estuvo a cargo de la tarea, entonces todos saben si la tarea está bien hecha, o mal hecha; no es necesario verla.  Cuando un profesional adopta el hábito de entregar a tiempo y bien hecho, todos pueden depender de esa persona.  Eso persona vale mucho, donde quiera que vaya.

¿Cómo llegamos a ser ese mítico José Ramos?

Un aspecto clave del éxito es que todo lo que constituye el éxito es un hábito.  No se hacen las cosas bien una vez, se hacen bien siempre.  No se hace un esfuerzo a medias en una tarea, y en la tarea siguiente (la importante, que va a ver el jefe) se hace un trabajo excepcional.  O se hace todo bien o se hace todo mediocre.

Ser bien hecho, puntual, profesional, considerado, cortés, fuerte, amigable, honesto, cumplido, leal, confiable,  todos los aspectos que son cimientos del éxito son opcionales (pueden ser aprendidos) y para la gente que los posee, son hábitos.  Son cosas que se hacen siempre y automáticamente.

Ser bien hecho es difícil.  Es difícil porque ser bien hecho significa trabajar duro para terminar antes de tiempo para tener tiempo de perfeccionar el trabajo.  Ser bien hecho es difícil porque hasta la asignación más odiada tiene que ser perfeccionada.  Ser bien hecho es difícil porque se debe de leer el escrito 15 veces después de haberlo terminado por primera vez para asegurarse que todo esté hecho lo mejor posible. Ser bien hecho es difícil porque la gente que te rodea probablemente espera mediocridad de ti, así que entregar un trabajo con obvios errores es aceptable para los que te rodean.  Ser bien hecho es difícil porque es algo que, cuando estas rodeado de mediocridad, haces más que nada por ti.

Asimismo, adoptar el hábito de ser bien hecho y entregar el mejor trabajo posible te trae un grandísimo beneficio: Te permite entregar el mejor trabajo que eres capaz de entregar. ¿Acaso no te mereces que tu futuro sea determinado por haber hecho el mejor trabajo del cual eres capaz, y no por lo que salió al primer intento y con prisas?

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La calidad: El valor perdido de nuestras culturas

Me tomó un par de años viviendo en México para verificar las insultantes palabras de una empresaria americana al explicar por qué su empresa no tenía operaciones en México: “Intentamos abrir fábricas en México, pero encontramos que simplemente no tienen la ética del trabajo que requerimos.”

Dolió mucho escuchar eso. Pero me dolió aún más cuando me di cuenta que estuviera completamente en lo cierto esa persona.

¿Se supone que esto es una escuela?

(Foto tomada del Blog de Diana Velasco)

Puedo decir con certeza que no hacemos el mejor trabajo del cual somos capaces. El hábito que tenemos es el de buscar siempre el mínimo esfuerzo posible, el camino más fácil, la entrega más rápida, el obstáculo más pequeño.

¿Acaso no se nota el error a primera vista?

Tenemos todo tipo de métodos para justificar entregar baja calidad: Redefinimos el problema para justificar nuestra solución (una solución fácil de implementar, claro), ignoramos lo complejo del problema y solucionamos solo la mayor parte del problema, gastamos tiempo temprano en el proceso para después entregar justo a tiempo y de alguna manera justificar (aunque sea a uno mismo) entregar de baja calidad. Uno se dice a sí mismo: “Vaya, que bueno que trabajé toda la noche para entregar, hice un gran esfuerzo al trabajar tanto tiempo para entregar a tiempo.” Sin embargo, la verdad es que entregamos un trabajo mediocre, con obvios errores, de calidad que nos hace ver completamente incompetentes.

Mi punto es este: Uno no puede llegar a sobresalir sin hacer trabajos bien hechos, consistentemente.

Hay un millón de excusas que puede uno inventar para no hacer algo bien hecho, pero eso solo es mentirnos a nosotros mismos para justificar la mediocridad. Los profesionales competentes no inventan excusas. No se apuran en el último día para entregar el trabajo. Se apuran para terminar la primera versión de su trabajo en 60% del tiempo, y el otro 40% del tiempo lo perfeccionan. Lo que entregan es algo perfeccionado (ojo, que digo “perfeccionado” y no “perfecto,” la diferencia entre los dos términos define la productividad, pero ese es otro tema).

Si alguna vez desean ver a alguien en acción que entrega a tiempo y bien hecho, vean a Phil Jackson, el entrenador de los Lakers. En los juegos, el siempre parece más un espectador que entrenador. La razón, Jackson ha dicho, es que cuando el juego comienza ya todo está hecho, no hay nada más que hacer. Los jugadores tienen toda la preparación para el juego que pueden tener. El trabajo está terminado a tiempo, bien hecho.

En tu siguiente trabajo, intenta esto: Termina un día antes. Apúrate no al final, el dia antes de entregar, sino al principio. Pretende que la entrega es un día antes. El día anterior de la entrega dedícalo a perfeccionar tu trabajo. Inspecciona tu trabajo de todos los ángulos, quítale y ponle aquí y allá. Vas a ver la satisfacción que vas a sentir al saber que podrías haber entregado tu primera versión, pero entregaste esta que está mucho mejor hecha.

Lo bien hecho nunca es accidental, ni es como salió el primer intento.

¡Ten mucho cuidado, porque ser bien hecho es adictivo!

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No todos podemos ser ingenieros

Yo creo que mi padre no lo sabe, pero una de sus anécdotas humorísticas de su experiencia en la universidad es una de mis favoritas y primeras lecciones del éxito.

Mi padre asistió a la universidad en Morelia, México. La universidad que asistió era del tipo en el cual todos los profesores eran monjes. Por consecuencia, eran muy estrictos con los estudiantes. Esto le sirvió (y continua a servirle) mucho a mi padre ya que a consecuencia, mi padre siempre hace un trabajo bien hecho en todo lo que intenta. No porque mi padre es perfecto, sino porque conscientemente hace el mejor trabajo posible en todo lo que intenta. Pero ese es otro tema.

La historia que mi padre cuenta es esta:

Cuando estudiaba matemáticas, trabajaba sin calculadora, pues no existían. Teníamos regla de cálculo, pero no nos permitían usarlas, y para el tipo de problemas que nos asignaban, ni hubieran ayudado. En un típico examen, el profesor puso el examen entero en el pizarrón, consistía de tres problemas que resolver. Podíamos usar cualquier libro o material de referencia que quisiéramos, pues los problemas no estaban en ningún libro. Así que al escribir los problemas, el profesor procedió a marcharse del salón para darnos tiempo de resolverlos. Al salir vio nuestra expresión en la cara al ver la dificultad de los problemas. El profesor nos dijo estas palabras de consuelo: Oigan, si no pueden resolver estos problemas, no se preocupen. En realidad no hay nada que temer, en serio. No pierdan sueño si no pueden resolver esto. No solo se necesitan ingenieros; alguien tiene que limpiar los baños, barrer los pisos, cargar materiales de construcción; en fin, no se preocupen en lo más mínimo. Ninguno de ustedes se va a quedar sin trabajo si no pueden resolver estos problemas perfectamente. Después del discurso motivacional, se marchó y nos dejó para contestar el examen.

Cuando me contó esta historia mi padre por primera vez, mi reacción fue típica: Que profesor tan cínico y malo. Qué bueno que ya no hay profesores así en el mundo. !Por lo menos que bueno que no me tocó ninguno así a mí!

Pero mientras más observo y más aprendo, me doy cuenta de cuanta verdad había en los comentarios fríos de ese profesor.

Todo esto puedo ver yo como verdadero en el comentario del profesor:

  • Llegar a ser “alguien” es difícil
  • Vale la pena hacerlo precisamente porque es difícil
  • Si fuera fácil, no sería extraordinario, y si no fuera extraordinario, por definición sería mediocre. Ser ingeniero (y más en esos tiempos) es ser extraordinario. Por lo tanto, no va a ser fácil.
  • ¿Para qué te estresas? Si has decidido perseguir algo que vale la pena, haces lo que se requiere. Si no, no.
  • Siempre tenemos la opción de ser mediocres. Siempre. El camino fácil (no estudiar y no resolver los problemas, por ejemplo) está siempre a la mano. Siempre es una opción. En cuanto uno desee tomarla, la toma uno.
  • Hay muchísimo espacio en el mundo para la gente mediocre. Por definición, lo mediocre está presente en todos lados y en la mayoría de la gente.
  • Si eres mediocre, está bien. No hay un imperativo de la vida que diga que uno debe de ser extraordinario. Ser mediocre es lo normal. No hay nada de malo en ser normal.
  • Por último, si deseas ser excepcional y tienes la habilidad de serlo, no te atrevas a quejarte. Has el trabajo, aprende lo que debes de aprender, aprende a ejecutar bien. No hagas excusas, y si desarrollas el hábito de hacer lo que se necesita hacer para lograr lo que quieres, hasta entonces vas a ser excepcional.

Mi padre es una persona brillante y trabajador. Alguien a quien aprecio muchísimo. No crecí con el (creo que mi madre fue demasiado independiente y fuerte para aguantar ciertas cosas, la verdad no quiero saber que causó su divorcio), pero sí crecí escuchando acerca de mi padre. Cuando por fin lo conocí bien ya de adolescente y adulto, descubrí lo mucho que me parecía yo a él (¡la genética es impresionante!), y lo mucho que él me podía enseñar. Esta simple anécdota, contada con la intención de entretener, me ha dado vueltas en la cabeza desde la primera vez que la escuché.

En muchos aspectos se volvió una de los primeros puntos de referencia del éxito para mí.

Gracias padre, por mis genes, por tu amistad, y por plantar la semilla del éxito en mi mente con esta simple historia. Y bueno, creo que también le debo de agradecer a tu profesor. Hemos todos escuchado del profesor que cambia nuestras vidas, ¿pero cuantas veces hemos escuchado del profesor que cambia la vida de los hijos del estudiante tan directamente?

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¿Te pagan por pensar o por hacer?

Hasta hace un poco tiempo, yo sostenía que me pagaban un buen sueldo por pensar. Mi mente era lo que realmente “rentaba” la gente que me contrataba. Mi experiencia, mi sabiduría, mi habilidad de ver los verdaderos problemas es lo que valía en mí, y era el beneficio que contratarme a mí bridaba.

Estaba equivocado.

A mí, y a todos los demás que trabajamos a cambio de dinero, nos pagan por hacer una cosa: Entregar el trabajo.

Hasta a un filósofo que se dedica a pensar acerca de pensar le pagan por entregar. Terminar el libro, articular su reflexión en un artículo de revista, enseñar la clase, etc. Hasta alguien que tradicionalmente pensamos que “no hace nada” (Palabras de gente que he escuchado, no mías), le pagan por entregar su trabajo.

Todas esas cosas que mencioné antes: Mi experiencia, mi sabiduría, mi habilidad de ver los verdaderos problemas; todo eso sirve, pero son herramientas que tengo para entregar. Si no entrego el trabajo a tiempo y bien hecho, no valen nada las herramientas que tengo a mi disposición. Lo único que vale es el trabajo entregado, bien hecho, a tiempo.

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¿Generalista o especialista?

En teoría tiene sentido escoger ser un generalista: Uno entiende un poco de muchas cosas y por lo tanto uno puede hacer más cosas en una empresa. En computación, por ejemplo, se ve llamativa la opción de saber un poco de redes, un poco de programación de sistemas, un poco de aplicaciones como Word y Excel, y un poco de administración de bases de datos. ¡Uno es útil para muchas cosas!

El problema es que un generalista sabe meterse en problemas, pero demasiadas veces no sabe salirse de ellos.

Aprender fundamentos es difícil. Estoy hablando de saber no solo el cómo, sino el por qué. También hablo de comprender no solo el 80% de algún tema, sino también el otro 15+% que nos convierte en expertos. Lo que creemos que nunca usaremos “en la vida real.”

¿Por qué la falta de aprecio a la gente que abarca más campo de sabiduría aunque a menos profundidad? Simple: Porque los generalistas son completamente reemplazables.

Hay gente que conoce un poco de todo en todas partes. Hay familiares, hijos, amigos, extraños, conocidos, taxistas, etc. No ayuda mucho que mucha gente estudia campos generalistas (por ejemplo, informática en vez de ingenierías) porque tienen la reputación de ser mas fácil estudio, y porque la gente en general piensa que es mejor servir para varias cosas que para una sola.

Me imagino que algún día fue buena idea saber un poco de todo, para servir en más áreas. Ese tiempo se está acabando. Hace una generación, el graduarse de la preparatoria era ya una gran ventaja, pero los tiempos cambian. Los empleos del mañana son en campos especializados. El que sirve ahora y vale más que el oro es el que sabe hacer cosas difíciles: Es el que sabe resolver problemas. Eso es un especialista.

Las buenas noticias: La mayor oportunidad para especialistas nuevos esta en América Latina. EEUU y el resto del primer mundo tiene muchos especialistas. Nuestros países tienen un gran vacío de especialistas (y ese es un grave problema digno de otro artículo aparte), y cualquier especialista que demuestre su saber tiene muchísimas puertas abiertas.

Por último, les ofrezco una anécdota personal: Soy especialista en mi campo. La última oportunidad que aproveché me llego solita. La empresa me contactó, me invitaron a aprender mas sobre la oportunidad que tenían, me pagaron el viaje a visitarlos (de México a EEUU), y me hicieron una oferta muy buena cuando los visité. Todo esto en tiempo de “crisis” cuando supuestamente no había oportunidades en ningún lado. Créanme: Ser especialista cuesta trabajo, pero es sumamente liberante.

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El secreto del éxito

El secreto del éxito es este: No hay secreto.

El éxito viene al prepararse, trabajar duro, fracasar, perdonarse y aprender, hacer lo máximo de la oportunidades, y repetir el proceso con oportunidades cada vez mayores. Cualquiera que te prometa algo diferente está mintiendo.

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Como Progresar en América Latina (Parte 2) – Aprovechar Oportunidad Cuando Tenemos Empleo

Este es un artículo en la serie de artículos sobre el progreso en América Latina:

Este tema me apasiona verdaderamente: Se dice que EEUU es la tierra de la oportunidad, y en gran parte es cierto. Pero estoy convencido absolutamente que la oportunidad es mayor aún en nuestros países, especialmente para quien está empezando de cero.

La vez pasada hablé de la gran importancia de aprender inglés. ¿Pero una vez que uno ya comienza a comunicarse que sigue? Este articulo trata de cómo aprovechar la oportunidad cuando tenemos empleo, por tan mala que sea nuestra compañía y por tan incompetente que sea nuestro jefe.

Me lo puedo imaginar: Estamos en cualquier país de América Latina, en nuestro trabajo, deseando salir adelante sin saber cómo lograrlo. Es deprimente estar en un empleo mediocre: Tal vez es una pequeña empresa, trabajamos directamente para el dueño, el hijo del dueño tarde o temprano va a heredar el puesto de jefe, y en realidad no tenemos esperanza de subir de puesto en ese empleo. O tal vez es diferente: Es una empresa mediana o grande para la que trabajamos, y es tan espesa y paralizante la política que no se puede hacer nada. El método de subir de puesto es de hacer amigos con los jefes, y aunque intentamos jugar el juego, no hay garantías de nada.

En esa situación deprimente, es difícil sobrevivir, mucho menos imaginarse uno superándose profesionalmente en esa situación, sin embargo en muchos lugares es la norma.

En mi opinión, es incorrecto dar poco en ese empleo, por tan malo que es. He visto a prácticamente toda la gente en México que está en esa situación decir: “Pues si no me pagan bien, ¿Por qué voy a hacer el trabajo bien?” ó “¿Por qué voy a dar más de la miseria que recibo? ¿Qué razón tengo para entregar algo que absolutamente nadie va a apreciar?”. Yo creo que son reacciones correctas en algún sentido: El empleo es un acuerdo en el que obtenemos algo (salario) a cambio de otra cosa (tiempo y trabajo). ¿Si no estamos obteniendo el salario o el trato deseado o merecido, entonces por qué vamos a regalar un esfuerzo extraordinario?

Y creo que ese razonamiento es exactamente lo que nos mantiene incompetentes. En todo el esplendor de la palabra, nos volvemos unas personas absolutamente incapaces de hacer un buen trabajo, de exceder expectativas y de competir. Y como si fuera poco, esa incompetencia nos mantiene incapaces de encontrar otro empleo (ya que somos incompetentes), y con el tiempo crece el nivel de incompetencia todavía más.

Así que vengarnos de nuestro empleo al no dar nuestro mejor esfuerzo nos cuesta muchísimo y nos mantiene en el nivel de vida que precisamente no queremos estar.
Les propongo esto: Estén donde estén, hagan lo que hagan, comiencen hoy mismo a hacer un trabajo de la más alta calidad posible. Que el compromiso de calidad sea con ustedes mismos, no con su empleador. Cuando piensen que el escrito es de calidad satisfactoria para ser aceptado por su superior, hagan tres o cinco revisiones más. Cuando sea la hora de salida, dediquen 15-30 minutos más a hacer su trabajo un poco mejor. Dediquen tiempo a estudiar y actualizarse. Entreguen trabajo que nunca en la vida su superior ha recibido.

Con trabajo tan bien hecho, se van a dar cuenta que a su jefe lo van a superar pronto. No les importe que su jefe va a tomar el trabajo que entregan ustedes y lo van a entregar él a sus superiores intacto pero con el nombre de autor cambiado. Esto es precisamente la meta de trabajar a tan alto nivel. En una compañía saludable, esto ocurre y a uno lo promueven. Es una compañía mediocre esto ocurre y no hay beneficio inmediato (o aún peor, la inseguridad del jefe lo lleva a temerle a uno).

Solo cosas buenas pueden resultar de hacer el mejor trabajo posible siempre: Uno se va a sentir mejor, pues sabe uno lo que vale. Puede ser que se supere uno mismo dentro de la misma empresa ya sea con un mejor sueldo o con un mejor puesto (o ambos). Uno va a ser más competente; cualquier hijo o amigo del dueño tiene que enfrentarse con un empleado que sabe mucho más que él. Uno sabe que es más fácil cambiar de empleo.

Ser competente es una cosa bella.

El crear el hábito de siempre hacer el mejor esfuerzo posible nos da la llave de la superación y el éxito: Cuando llegue la oportunidad grande vamos a estar listos para aprovecharla. Eso no tiene precio.

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