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Hacer las cosas bien es un hábito

En este blog he mencionado varias veces que la calidad del trabajo entregado siempre debe de ser alta.  Lo más alta posible, de hecho.

El tema de la calidad es un tema que apenas he tocado en profundidad, y es hora de comenzar a tocarlo más a fondo, ya que es sumamente importante por dos razones: 1) La alta calidad en el trabajo entregado es absolutamente vital para la superación profesional (es decir, bajo ninguna condición es aceptable entregar trabajo de baja calidad); y 2) En mi experiencia, los Latinos, dentro de nuestras culturas, no valoramos tanto la calidad como otras culturas lo hacen.

En este artículo me enfoco en un aspecto clave de hacer entregas de alta calidad una y otra vez sin que haya excepciones. En un profesional competente, simplemente todo lo que entrega como “terminado” es de alta calidad. Si José Ramos estuvo a cargo de la tarea, entonces todos saben si la tarea está bien hecha, o mal hecha; no es necesario verla.  Cuando un profesional adopta el hábito de entregar a tiempo y bien hecho, todos pueden depender de esa persona.  Eso persona vale mucho, donde quiera que vaya.

¿Cómo llegamos a ser ese mítico José Ramos?

Un aspecto clave del éxito es que todo lo que constituye el éxito es un hábito.  No se hacen las cosas bien una vez, se hacen bien siempre.  No se hace un esfuerzo a medias en una tarea, y en la tarea siguiente (la importante, que va a ver el jefe) se hace un trabajo excepcional.  O se hace todo bien o se hace todo mediocre.

Ser bien hecho, puntual, profesional, considerado, cortés, fuerte, amigable, honesto, cumplido, leal, confiable,  todos los aspectos que son cimientos del éxito son opcionales (pueden ser aprendidos) y para la gente que los posee, son hábitos.  Son cosas que se hacen siempre y automáticamente.

Ser bien hecho es difícil.  Es difícil porque ser bien hecho significa trabajar duro para terminar antes de tiempo para tener tiempo de perfeccionar el trabajo.  Ser bien hecho es difícil porque hasta la asignación más odiada tiene que ser perfeccionada.  Ser bien hecho es difícil porque se debe de leer el escrito 15 veces después de haberlo terminado por primera vez para asegurarse que todo esté hecho lo mejor posible. Ser bien hecho es difícil porque la gente que te rodea probablemente espera mediocridad de ti, así que entregar un trabajo con obvios errores es aceptable para los que te rodean.  Ser bien hecho es difícil porque es algo que, cuando estas rodeado de mediocridad, haces más que nada por ti.

Asimismo, adoptar el hábito de ser bien hecho y entregar el mejor trabajo posible te trae un grandísimo beneficio: Te permite entregar el mejor trabajo que eres capaz de entregar. ¿Acaso no te mereces que tu futuro sea determinado por haber hecho el mejor trabajo del cual eres capaz, y no por lo que salió al primer intento y con prisas?

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La calidad: El valor perdido de nuestras culturas

Me tomó un par de años viviendo en México para verificar las insultantes palabras de una empresaria americana al explicar por qué su empresa no tenía operaciones en México: “Intentamos abrir fábricas en México, pero encontramos que simplemente no tienen la ética del trabajo que requerimos.”

Dolió mucho escuchar eso. Pero me dolió aún más cuando me di cuenta que estuviera completamente en lo cierto esa persona.

¿Se supone que esto es una escuela?

(Foto tomada del Blog de Diana Velasco)

Puedo decir con certeza que no hacemos el mejor trabajo del cual somos capaces. El hábito que tenemos es el de buscar siempre el mínimo esfuerzo posible, el camino más fácil, la entrega más rápida, el obstáculo más pequeño.

¿Acaso no se nota el error a primera vista?

Tenemos todo tipo de métodos para justificar entregar baja calidad: Redefinimos el problema para justificar nuestra solución (una solución fácil de implementar, claro), ignoramos lo complejo del problema y solucionamos solo la mayor parte del problema, gastamos tiempo temprano en el proceso para después entregar justo a tiempo y de alguna manera justificar (aunque sea a uno mismo) entregar de baja calidad. Uno se dice a sí mismo: “Vaya, que bueno que trabajé toda la noche para entregar, hice un gran esfuerzo al trabajar tanto tiempo para entregar a tiempo.” Sin embargo, la verdad es que entregamos un trabajo mediocre, con obvios errores, de calidad que nos hace ver completamente incompetentes.

Mi punto es este: Uno no puede llegar a sobresalir sin hacer trabajos bien hechos, consistentemente.

Hay un millón de excusas que puede uno inventar para no hacer algo bien hecho, pero eso solo es mentirnos a nosotros mismos para justificar la mediocridad. Los profesionales competentes no inventan excusas. No se apuran en el último día para entregar el trabajo. Se apuran para terminar la primera versión de su trabajo en 60% del tiempo, y el otro 40% del tiempo lo perfeccionan. Lo que entregan es algo perfeccionado (ojo, que digo “perfeccionado” y no “perfecto,” la diferencia entre los dos términos define la productividad, pero ese es otro tema).

Si alguna vez desean ver a alguien en acción que entrega a tiempo y bien hecho, vean a Phil Jackson, el entrenador de los Lakers. En los juegos, el siempre parece más un espectador que entrenador. La razón, Jackson ha dicho, es que cuando el juego comienza ya todo está hecho, no hay nada más que hacer. Los jugadores tienen toda la preparación para el juego que pueden tener. El trabajo está terminado a tiempo, bien hecho.

En tu siguiente trabajo, intenta esto: Termina un día antes. Apúrate no al final, el dia antes de entregar, sino al principio. Pretende que la entrega es un día antes. El día anterior de la entrega dedícalo a perfeccionar tu trabajo. Inspecciona tu trabajo de todos los ángulos, quítale y ponle aquí y allá. Vas a ver la satisfacción que vas a sentir al saber que podrías haber entregado tu primera versión, pero entregaste esta que está mucho mejor hecha.

Lo bien hecho nunca es accidental, ni es como salió el primer intento.

¡Ten mucho cuidado, porque ser bien hecho es adictivo!

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