En teoría tiene sentido escoger ser un generalista: Uno entiende un poco de muchas cosas y por lo tanto uno puede hacer más cosas en una empresa. En computación, por ejemplo, se ve llamativa la opción de saber un poco de redes, un poco de programación de sistemas, un poco de aplicaciones como Word y Excel, y un poco de administración de bases de datos. ¡Uno es útil para muchas cosas!
El problema es que un generalista sabe meterse en problemas, pero demasiadas veces no sabe salirse de ellos.
Aprender fundamentos es difícil. Estoy hablando de saber no solo el cómo, sino el por qué. También hablo de comprender no solo el 80% de algún tema, sino también el otro 15+% que nos convierte en expertos. Lo que creemos que nunca usaremos “en la vida real.”
¿Por qué la falta de aprecio a la gente que abarca más campo de sabiduría aunque a menos profundidad? Simple: Porque los generalistas son completamente reemplazables.
Hay gente que conoce un poco de todo en todas partes. Hay familiares, hijos, amigos, extraños, conocidos, taxistas, etc. No ayuda mucho que mucha gente estudia campos generalistas (por ejemplo, informática en vez de ingenierías) porque tienen la reputación de ser mas fácil estudio, y porque la gente en general piensa que es mejor servir para varias cosas que para una sola.
Me imagino que algún día fue buena idea saber un poco de todo, para servir en más áreas. Ese tiempo se está acabando. Hace una generación, el graduarse de la preparatoria era ya una gran ventaja, pero los tiempos cambian. Los empleos del mañana son en campos especializados. El que sirve ahora y vale más que el oro es el que sabe hacer cosas difíciles: Es el que sabe resolver problemas. Eso es un especialista.
Las buenas noticias: La mayor oportunidad para especialistas nuevos esta en América Latina. EEUU y el resto del primer mundo tiene muchos especialistas. Nuestros países tienen un gran vacío de especialistas (y ese es un grave problema digno de otro artículo aparte), y cualquier especialista que demuestre su saber tiene muchísimas puertas abiertas.
Por último, les ofrezco una anécdota personal: Soy especialista en mi campo. La última oportunidad que aproveché me llego solita. La empresa me contactó, me invitaron a aprender mas sobre la oportunidad que tenían, me pagaron el viaje a visitarlos (de México a EEUU), y me hicieron una oferta muy buena cuando los visité. Todo esto en tiempo de “crisis” cuando supuestamente no había oportunidades en ningún lado. Créanme: Ser especialista cuesta trabajo, pero es sumamente liberante.