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La calidad: El valor perdido de nuestras culturas
Por Gabriel Magaña Gonzalez - Desarrollo personal, desarrollo profesional - martes, 22 Jun 2010
Me tomó un par de años viviendo en México para verificar las insultantes palabras de una empresaria americana al explicar por qué su empresa no tenía operaciones en México: “Intentamos abrir fábricas en México, pero encontramos que simplemente no tienen la ética del trabajo que requerimos.”
Dolió mucho escuchar eso. Pero me dolió aún más cuando me di cuenta que estuviera completamente en lo cierto esa persona.
(Foto tomada del Blog de Diana Velasco)
Puedo decir con certeza que no hacemos el mejor trabajo del cual somos capaces. El hábito que tenemos es el de buscar siempre el mínimo esfuerzo posible, el camino más fácil, la entrega más rápida, el obstáculo más pequeño.
Tenemos todo tipo de métodos para justificar entregar baja calidad: Redefinimos el problema para justificar nuestra solución (una solución fácil de implementar, claro), ignoramos lo complejo del problema y solucionamos solo la mayor parte del problema, gastamos tiempo temprano en el proceso para después entregar justo a tiempo y de alguna manera justificar (aunque sea a uno mismo) entregar de baja calidad. Uno se dice a sí mismo: “Vaya, que bueno que trabajé toda la noche para entregar, hice un gran esfuerzo al trabajar tanto tiempo para entregar a tiempo.” Sin embargo, la verdad es que entregamos un trabajo mediocre, con obvios errores, de calidad que nos hace ver completamente incompetentes.
Mi punto es este: Uno no puede llegar a sobresalir sin hacer trabajos bien hechos, consistentemente.
Hay un millón de excusas que puede uno inventar para no hacer algo bien hecho, pero eso solo es mentirnos a nosotros mismos para justificar la mediocridad. Los profesionales competentes no inventan excusas. No se apuran en el último día para entregar el trabajo. Se apuran para terminar la primera versión de su trabajo en 60% del tiempo, y el otro 40% del tiempo lo perfeccionan. Lo que entregan es algo perfeccionado (ojo, que digo “perfeccionado” y no “perfecto,” la diferencia entre los dos términos define la productividad, pero ese es otro tema).
Si alguna vez desean ver a alguien en acción que entrega a tiempo y bien hecho, vean a Phil Jackson, el entrenador de los Lakers. En los juegos, el siempre parece más un espectador que entrenador. La razón, Jackson ha dicho, es que cuando el juego comienza ya todo está hecho, no hay nada más que hacer. Los jugadores tienen toda la preparación para el juego que pueden tener. El trabajo está terminado a tiempo, bien hecho.
En tu siguiente trabajo, intenta esto: Termina un día antes. Apúrate no al final, el dia antes de entregar, sino al principio. Pretende que la entrega es un día antes. El día anterior de la entrega dedícalo a perfeccionar tu trabajo. Inspecciona tu trabajo de todos los ángulos, quítale y ponle aquí y allá. Vas a ver la satisfacción que vas a sentir al saber que podrías haber entregado tu primera versión, pero entregaste esta que está mucho mejor hecha.
¡Ten mucho cuidado, porque ser bien hecho es adictivo!
¿Te pagan por pensar o por hacer?
Por Gabriel Magaña Gonzalez - desarrollo profesional - jueves, 10 Jun 2010
Hasta hace un poco tiempo, yo sostenía que me pagaban un buen sueldo por pensar. Mi mente era lo que realmente “rentaba” la gente que me contrataba. Mi experiencia, mi sabiduría, mi habilidad de ver los verdaderos problemas es lo que valía en mí, y era el beneficio que contratarme a mí bridaba.
Estaba equivocado.
A mí, y a todos los demás que trabajamos a cambio de dinero, nos pagan por hacer una cosa: Entregar el trabajo.
Hasta a un filósofo que se dedica a pensar acerca de pensar le pagan por entregar. Terminar el libro, articular su reflexión en un artículo de revista, enseñar la clase, etc. Hasta alguien que tradicionalmente pensamos que “no hace nada” (Palabras de gente que he escuchado, no mías), le pagan por entregar su trabajo.
Todas esas cosas que mencioné antes: Mi experiencia, mi sabiduría, mi habilidad de ver los verdaderos problemas; todo eso sirve, pero son herramientas que tengo para entregar. Si no entrego el trabajo a tiempo y bien hecho, no valen nada las herramientas que tengo a mi disposición. Lo único que vale es el trabajo entregado, bien hecho, a tiempo.
Terminar… La diferencia entre el ganador y perdedor
Por Gabriel Magaña Gonzalez - Desarrollo personal, Productividad - jueves, 22 Abr 2010
¿Quien mueve el mundo? El que termina.
El que comienza es soñador, visionario, inspirador.
Pero el que termina vale más que el oro. Es relevante.
Nosotros queremos pensar que el comenzar, el trabajar duro, y el tener buenas intenciones nos da algo, nos da algún tipo de meta alcanzada, y nos hace valer mas. Pero no basta. Lo que importa es el resultado.
Debemos de aprender a terminar. Haber hecho un esfuerzo vale para lo que nos quieren. «Le echa muchas ganas» dicen los que nos quieren. Al resto del mundo no le importa. El mundo esta lleno de gente con buenas intenciones. Los ganadores, los que admiramos, envidiamos y aspiramos a ser, ellos terminan lo que comienzan.