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Hacer las cosas bien es un hábito
Por Gabriel Magaña Gonzalez - Desarrollo personal, desarrollo profesional - lunes, 28 Jun 2010
En este blog he mencionado varias veces que la calidad del trabajo entregado siempre debe de ser alta. Lo más alta posible, de hecho.
El tema de la calidad es un tema que apenas he tocado en profundidad, y es hora de comenzar a tocarlo más a fondo, ya que es sumamente importante por dos razones: 1) La alta calidad en el trabajo entregado es absolutamente vital para la superación profesional (es decir, bajo ninguna condición es aceptable entregar trabajo de baja calidad); y 2) En mi experiencia, los Latinos, dentro de nuestras culturas, no valoramos tanto la calidad como otras culturas lo hacen.
En este artículo me enfoco en un aspecto clave de hacer entregas de alta calidad una y otra vez sin que haya excepciones. En un profesional competente, simplemente todo lo que entrega como “terminado” es de alta calidad. Si José Ramos estuvo a cargo de la tarea, entonces todos saben si la tarea está bien hecha, o mal hecha; no es necesario verla. Cuando un profesional adopta el hábito de entregar a tiempo y bien hecho, todos pueden depender de esa persona. Eso persona vale mucho, donde quiera que vaya.
¿Cómo llegamos a ser ese mítico José Ramos?
Un aspecto clave del éxito es que todo lo que constituye el éxito es un hábito. No se hacen las cosas bien una vez, se hacen bien siempre. No se hace un esfuerzo a medias en una tarea, y en la tarea siguiente (la importante, que va a ver el jefe) se hace un trabajo excepcional. O se hace todo bien o se hace todo mediocre.
Ser bien hecho, puntual, profesional, considerado, cortés, fuerte, amigable, honesto, cumplido, leal, confiable, todos los aspectos que son cimientos del éxito son opcionales (pueden ser aprendidos) y para la gente que los posee, son hábitos. Son cosas que se hacen siempre y automáticamente.
Ser bien hecho es difícil. Es difícil porque ser bien hecho significa trabajar duro para terminar antes de tiempo para tener tiempo de perfeccionar el trabajo. Ser bien hecho es difícil porque hasta la asignación más odiada tiene que ser perfeccionada. Ser bien hecho es difícil porque se debe de leer el escrito 15 veces después de haberlo terminado por primera vez para asegurarse que todo esté hecho lo mejor posible. Ser bien hecho es difícil porque la gente que te rodea probablemente espera mediocridad de ti, así que entregar un trabajo con obvios errores es aceptable para los que te rodean. Ser bien hecho es difícil porque es algo que, cuando estas rodeado de mediocridad, haces más que nada por ti.
Asimismo, adoptar el hábito de ser bien hecho y entregar el mejor trabajo posible te trae un grandísimo beneficio: Te permite entregar el mejor trabajo que eres capaz de entregar. ¿Acaso no te mereces que tu futuro sea determinado por haber hecho el mejor trabajo del cual eres capaz, y no por lo que salió al primer intento y con prisas?
No todos podemos ser ingenieros
Por Gabriel Magaña Gonzalez - desarrollo profesional - martes, 15 Jun 2010
Yo creo que mi padre no lo sabe, pero una de sus anécdotas humorísticas de su experiencia en la universidad es una de mis favoritas y primeras lecciones del éxito.
Mi padre asistió a la universidad en Morelia, México. La universidad que asistió era del tipo en el cual todos los profesores eran monjes. Por consecuencia, eran muy estrictos con los estudiantes. Esto le sirvió (y continua a servirle) mucho a mi padre ya que a consecuencia, mi padre siempre hace un trabajo bien hecho en todo lo que intenta. No porque mi padre es perfecto, sino porque conscientemente hace el mejor trabajo posible en todo lo que intenta. Pero ese es otro tema.
La historia que mi padre cuenta es esta:
Cuando estudiaba matemáticas, trabajaba sin calculadora, pues no existían. Teníamos regla de cálculo, pero no nos permitían usarlas, y para el tipo de problemas que nos asignaban, ni hubieran ayudado. En un típico examen, el profesor puso el examen entero en el pizarrón, consistía de tres problemas que resolver. Podíamos usar cualquier libro o material de referencia que quisiéramos, pues los problemas no estaban en ningún libro. Así que al escribir los problemas, el profesor procedió a marcharse del salón para darnos tiempo de resolverlos. Al salir vio nuestra expresión en la cara al ver la dificultad de los problemas. El profesor nos dijo estas palabras de consuelo: Oigan, si no pueden resolver estos problemas, no se preocupen. En realidad no hay nada que temer, en serio. No pierdan sueño si no pueden resolver esto. No solo se necesitan ingenieros; alguien tiene que limpiar los baños, barrer los pisos, cargar materiales de construcción; en fin, no se preocupen en lo más mínimo. Ninguno de ustedes se va a quedar sin trabajo si no pueden resolver estos problemas perfectamente. Después del discurso motivacional, se marchó y nos dejó para contestar el examen.
Cuando me contó esta historia mi padre por primera vez, mi reacción fue típica: Que profesor tan cínico y malo. Qué bueno que ya no hay profesores así en el mundo. !Por lo menos que bueno que no me tocó ninguno así a mí!
Pero mientras más observo y más aprendo, me doy cuenta de cuanta verdad había en los comentarios fríos de ese profesor.
Todo esto puedo ver yo como verdadero en el comentario del profesor:
- Llegar a ser “alguien” es difícil
- Vale la pena hacerlo precisamente porque es difícil
- Si fuera fácil, no sería extraordinario, y si no fuera extraordinario, por definición sería mediocre. Ser ingeniero (y más en esos tiempos) es ser extraordinario. Por lo tanto, no va a ser fácil.
- ¿Para qué te estresas? Si has decidido perseguir algo que vale la pena, haces lo que se requiere. Si no, no.
- Siempre tenemos la opción de ser mediocres. Siempre. El camino fácil (no estudiar y no resolver los problemas, por ejemplo) está siempre a la mano. Siempre es una opción. En cuanto uno desee tomarla, la toma uno.
- Hay muchísimo espacio en el mundo para la gente mediocre. Por definición, lo mediocre está presente en todos lados y en la mayoría de la gente.
- Si eres mediocre, está bien. No hay un imperativo de la vida que diga que uno debe de ser extraordinario. Ser mediocre es lo normal. No hay nada de malo en ser normal.
- Por último, si deseas ser excepcional y tienes la habilidad de serlo, no te atrevas a quejarte. Has el trabajo, aprende lo que debes de aprender, aprende a ejecutar bien. No hagas excusas, y si desarrollas el hábito de hacer lo que se necesita hacer para lograr lo que quieres, hasta entonces vas a ser excepcional.
Mi padre es una persona brillante y trabajador. Alguien a quien aprecio muchísimo. No crecí con el (creo que mi madre fue demasiado independiente y fuerte para aguantar ciertas cosas, la verdad no quiero saber que causó su divorcio), pero sí crecí escuchando acerca de mi padre. Cuando por fin lo conocí bien ya de adolescente y adulto, descubrí lo mucho que me parecía yo a él (¡la genética es impresionante!), y lo mucho que él me podía enseñar. Esta simple anécdota, contada con la intención de entretener, me ha dado vueltas en la cabeza desde la primera vez que la escuché.
En muchos aspectos se volvió una de los primeros puntos de referencia del éxito para mí.
Gracias padre, por mis genes, por tu amistad, y por plantar la semilla del éxito en mi mente con esta simple historia. Y bueno, creo que también le debo de agradecer a tu profesor. Hemos todos escuchado del profesor que cambia nuestras vidas, ¿pero cuantas veces hemos escuchado del profesor que cambia la vida de los hijos del estudiante tan directamente?
Como Progresar en América Latina (Parte 2) – Aprovechar Oportunidad Cuando Tenemos Empleo
Por Gabriel Magaña Gonzalez - desarrollo profesional - lunes, 24 May 2010
Este es un artículo en la serie de artículos sobre el progreso en América Latina:
- Como progresar en América Latina (Parte 1) – Aprender Inglés
- Como progresar en América Latina (Parte 2) – Aprovechar Oportunidad Cuando Tenemos Empleo
- Como progresar en América Latina (Parte 3) – El hábito de la lectura
Este tema me apasiona verdaderamente: Se dice que EEUU es la tierra de la oportunidad, y en gran parte es cierto. Pero estoy convencido absolutamente que la oportunidad es mayor aún en nuestros países, especialmente para quien está empezando de cero.
La vez pasada hablé de la gran importancia de aprender inglés. ¿Pero una vez que uno ya comienza a comunicarse que sigue? Este articulo trata de cómo aprovechar la oportunidad cuando tenemos empleo, por tan mala que sea nuestra compañía y por tan incompetente que sea nuestro jefe.
Me lo puedo imaginar: Estamos en cualquier país de América Latina, en nuestro trabajo, deseando salir adelante sin saber cómo lograrlo. Es deprimente estar en un empleo mediocre: Tal vez es una pequeña empresa, trabajamos directamente para el dueño, el hijo del dueño tarde o temprano va a heredar el puesto de jefe, y en realidad no tenemos esperanza de subir de puesto en ese empleo. O tal vez es diferente: Es una empresa mediana o grande para la que trabajamos, y es tan espesa y paralizante la política que no se puede hacer nada. El método de subir de puesto es de hacer amigos con los jefes, y aunque intentamos jugar el juego, no hay garantías de nada.
En esa situación deprimente, es difícil sobrevivir, mucho menos imaginarse uno superándose profesionalmente en esa situación, sin embargo en muchos lugares es la norma.
En mi opinión, es incorrecto dar poco en ese empleo, por tan malo que es. He visto a prácticamente toda la gente en México que está en esa situación decir: “Pues si no me pagan bien, ¿Por qué voy a hacer el trabajo bien?” ó “¿Por qué voy a dar más de la miseria que recibo? ¿Qué razón tengo para entregar algo que absolutamente nadie va a apreciar?”. Yo creo que son reacciones correctas en algún sentido: El empleo es un acuerdo en el que obtenemos algo (salario) a cambio de otra cosa (tiempo y trabajo). ¿Si no estamos obteniendo el salario o el trato deseado o merecido, entonces por qué vamos a regalar un esfuerzo extraordinario?
Y creo que ese razonamiento es exactamente lo que nos mantiene incompetentes. En todo el esplendor de la palabra, nos volvemos unas personas absolutamente incapaces de hacer un buen trabajo, de exceder expectativas y de competir. Y como si fuera poco, esa incompetencia nos mantiene incapaces de encontrar otro empleo (ya que somos incompetentes), y con el tiempo crece el nivel de incompetencia todavía más.
Así que vengarnos de nuestro empleo al no dar nuestro mejor esfuerzo nos cuesta muchísimo y nos mantiene en el nivel de vida que precisamente no queremos estar.
Les propongo esto: Estén donde estén, hagan lo que hagan, comiencen hoy mismo a hacer un trabajo de la más alta calidad posible. Que el compromiso de calidad sea con ustedes mismos, no con su empleador. Cuando piensen que el escrito es de calidad satisfactoria para ser aceptado por su superior, hagan tres o cinco revisiones más. Cuando sea la hora de salida, dediquen 15-30 minutos más a hacer su trabajo un poco mejor. Dediquen tiempo a estudiar y actualizarse. Entreguen trabajo que nunca en la vida su superior ha recibido.
Con trabajo tan bien hecho, se van a dar cuenta que a su jefe lo van a superar pronto. No les importe que su jefe va a tomar el trabajo que entregan ustedes y lo van a entregar él a sus superiores intacto pero con el nombre de autor cambiado. Esto es precisamente la meta de trabajar a tan alto nivel. En una compañía saludable, esto ocurre y a uno lo promueven. Es una compañía mediocre esto ocurre y no hay beneficio inmediato (o aún peor, la inseguridad del jefe lo lleva a temerle a uno).
Solo cosas buenas pueden resultar de hacer el mejor trabajo posible siempre: Uno se va a sentir mejor, pues sabe uno lo que vale. Puede ser que se supere uno mismo dentro de la misma empresa ya sea con un mejor sueldo o con un mejor puesto (o ambos). Uno va a ser más competente; cualquier hijo o amigo del dueño tiene que enfrentarse con un empleado que sabe mucho más que él. Uno sabe que es más fácil cambiar de empleo.
Ser competente es una cosa bella.
El crear el hábito de siempre hacer el mejor esfuerzo posible nos da la llave de la superación y el éxito: Cuando llegue la oportunidad grande vamos a estar listos para aprovecharla. Eso no tiene precio.